martes, agosto 30, 2005

Cooper: El eslabón perdido (II)

- ¿Qué era?
- Era un premolar de un hombre adulto, de unos treinta y cinco años. Así, a simple vista, no podía determinar su origen y complexión, pero estaba seguro de que aquello formaba parte de una mandíbula humana. Cuando el encargado se acercó para ver que ocurría, me limité a vomitar sobre sus pantalones y me marché apresuradamente con la pieza dental en el bolsillo. Un impulso febril, e irracional, como todos los impulsos, me indujo a dirigirme al laboratorio donde me encerré para trabajar. Estuve allí recluido durante semanas, sin apenas comer pues había descartado pedir hamburguesas a domicilio, y mucho menos me atrevía con la comida china que, según un estudio publicado en Nature, encerraba los misterios del origen de la vida. Sólo me quedaba las pizzas, pero poco a poco había agotado todas las combinaciones posibles de ingredientes y, además, últimamente gesticulaba demasiado y mis pensamientos solían vagar por las lindes de Sofía Loren...
- Ejem... Hablando de vagar y divagar.... Señor Elvis, faltan dos días para Navidad y aunque me encantaría seguir hablando con usted hasta la misa del Gallo me temo que mis padres reclamarían pronto estos fuertes brazos para trinchar el pavo. ¿Podemos ir al grano? ¿Me puede decir qué quiere que investigue?
- Oh, sí, disculpe. Es sencillo, quiero que encuentre al dueño de ese premolar.
- Ahá. Y aparte de saber que le faltar una muela, ¿me podría dar alguna otra pista que sea de utilidad?
- Pues verá, según mis cálculos debe tener unos 50.000 años. Supongo que ha permanecido congelado en alguna parte de las montañas y ahora pulula por la ciudad. Ignoro más datos de él, aparte de los que le he contado.

Aunque realmente resultaba difícil de creer no estaba dispuesto a que el doctor P.Elvis volviera a rivalizar con el comandante en la capacidad de realizar discursos. Le largué de allí tan rápido como pude y me puse manos a la obra con el encargo. Al fin y al cabo, si era cierto que un hombre primitivo deambulaba por la ciudad, la búsqueda se reduciría la mitad de los varones de la urbe. Mi primera visita fue para la hamburguesería donde fue encontrado el premolar.

- ¿Sabe usted que esto?
- Tiene pinta de ser una muela.
- ¿Sabe dónde lo encontré?
- ¿En la ensalada?
- No
- ¿En el helado?
- Eh..., tampoco.
- ¿En el refresco? ¿En las patatas? ¿En...?
- Está bien, déjelo. Lo encontré en una hamburguesa.
- Mediana, gigante o super.
- ¿Y qué más da?
- Es para darle otra. Es lo que quiere, ¿no? Ya sabrá que no hacemos reembolsos.
- Lo que quiero es saber donde compráis la carne.
- La compramos en “El Ternerillo”, ¿lo conoce? Ya sabe, “si tiene cuatro patas, lo hacemos picadillo”.
- Gracias, iré para allá. Pero póngame antes esa super con un poco de todo lo sospechoso que mencionó antes...
(CONTINUARÁ)

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