Con motivo del cuarto centenario de la muerte de este brillante médico y astrólogo francés, que dedicó los últimos años de su vida a profetizar y almidonar cuellos de camisa, se publica ahora la lista completa de sus premoniciones dividida en dos tomos: "Ahí queda eso, por si cuela" y "Cómo predecir el fin del mundo y no morir en el intento". Hemos seleccionado varias de sus profecías, para que sirvan de aperitivo al voraz deseo de conocer el futuro que nos aguarda.
Las que se han cumplido
El mundo se acabará en 1555
Aún en vida Nostrasladamus se atrevió a profetizar el fin del mundo "para el viernes que viene" a un amigo panadero que tenía previsto la expansión de su negocio. Historiadores estudiosos han corfimado que tal hecho se produjo y que un angel exterminador bajó del cielo para anunciar la catástrofe. Como no encontró a nadie que tomara el recado, dejó un aviso con acuse de recibo en Correos donde permaneció perdido hasta 1930, cuando un empleado lo utilizó para envolver un bocadillo y por error se lo comió dejando unas anchoas en el archivo.
Hacia el siglo XVII vivirá un pintor español llamado Blázquez que se hará famoso por sus paisajes repletos de rebaños, en especial uno titulado "Las Merinas" en el que dos ovejas de hocico grueso le ofrecen un fardo de alfalfa a una ternera para paliar sus dolores de menstruación.
El error en el apellido es disculpable para un francés que sólo tuvo interés por las lenguas chino-cantonesa y batussi meridional, pero prescindiendo de este detalle la historia es cierta . Velázquez sólo sabía pintar animales de cabaña y hacía esfuerzos ímprovos por disimularlo cuando recibía un encargo. De ahí el perro pastor que yace junto a la infanta-ternera. Estudios recientes han confirmado que "La rendición de breda" es en realidad un perfecto maquillaje de una preciosa manada de jirafas.
El mundo se acabará en el año 1666
Esta afirmación, basada en la combinación de los números diabólicos, provocó la hilaridad en ciertos círculos de París y, asimismo, dotó de un aire jocoso a cuadrados y hexágonos de la ciudad. Expertos geólogos han confirmado que efectivamente el mundo se acabó en tal fecha pero que volvió a comenzar con tal celeridad que sólo lo pudieron notar las cucarachas y la caña de azúcar. (Hecho que coincide con la desaparición de miles de azucareros de toda Francia que temieron acabar llenos de dentaduras postizas.)
En el siglo XVIII un escocés inventará un enorme destilador de vapores de alcohol utilizando la gaita de su abuelo y un carnero. Esto iniciará una revolución industrial que se denominará Primera Revolución Industrial aun cuando, cronológicamente, será la vigésimosexta.
Efectivamente James Watt buscaba con ahínco la forma de destilar whisky en cantidades industriales (de aquí viene lo de revolución industrial) y en su fracaso inventó la máquina de vapor que llamó de "simple efecto", pues lo único que hacía era convertir agua líquida en vapor. Años después perfeccionó el sistema con el empleo de una manivela, consiguiendo una máquina de "doble efecto" que no sólo convertía agua líquida en vapor sino que transformaba el vapor en agua líquida.
El mundo se acabará en el año 1888
El gusto de Nostrasladamus por los números repetitivos está contrastado y se relaciona con su manía de ducharse sólo los días 11 y 22 de cada mes. En esta ocasión la profecía encerraba una metáfora que sólo descubrió François Tussaud propietario del periódico local "El Mundo de Burdeos" que sufrió siete incendios destructivos durante ese año hasta que el dueño le cambió el nombre por el de "El Sol de Burdeos" (Sin embargo, una explosión de gas de aceite de ballena acabó con la rotativa, confirmando la premonición de Nostrasladamus "El sol explotará en 1890")
Las que quedan por cumplir
Hacia el siglo XXI todas las licenciaturas quedarán agrupadas en una sola con un plan de estudios de sesenta y cuatro asignaturas cuatrimestrales, ochenta optativas y prácticas en fábricas deshuesadoras de pollos. Todo esto se enseñará en una única universidad mundial que contará con una cafetería de cinco metros cuadrados y ¡dos ventanillas de secretaría abiertas!
La temperatura media de la Tierra descenderá veinte grados cuando se descubra que el Amazonas es en realidad una enorme selva de plástico instalada por un millonario americano que se llevó la auténtica, hoja por hoja, a su rancho de Texas.
El hombre llegará a Marte aunque no se quedará mucho tiempo al comprobar que allí es difícil respirar.
El Papa del siglo XXIII renunciará a su cargo tras comprobar que los futbolistas ganan mucho más dinero y no tienen que llevar casulla blanca ni bendecir a un montón de gente en la plaza San Marcos.
El mundo se acabará un día de estos, y no digáis que no he avisado.
miércoles, febrero 02, 2005
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