sábado, enero 15, 2005

El futuro germinado

Escondido entre las hojas caídas de un otoño pasado, se va quedando el futuro oculto entre retoños apenas germinados y sueños rotos.

En el camino, un corzo apura las últimas hierbas que quedan del invierno. Contra el húmedo suelo, mullido de hojas secas, escarba su pezuña y apenas encuentra una brizna la devora con premura.

Un rayo de sol se adentra entre las ramas que cubren el camino; un roble, a mitad seco, apoya sus ramas huérfanas sobre tres encinas jóvenes, unidas en la base, como una misma cosa.

A su sombra, en parte rota por el sol de medio día, en parte por su forma curvada, un pequeño roble de hojas puntiagudas asoma su inocencia. Una de sus hojas parece agradecer al corzo sus esfuerzos y refleja la luz de ese rayo sabiéndose ambos a un punto liberados.

Yo me acerco mirando con cuidado; midiendo mis pasos sobre el suelo, a veces congelado, en esta fría mañana de diciembre.

Me pregunto si ese rayo será acaso suficiente; si acaso un jabalí, hozando en el camino, acabará con el reflejo del retoño, y con mis sueños.

Me pregunto si al verse liberado, sus dos hojas puntiagudas serán pasto, acaso, de una nueva pezuña o de un hocico menos exquisito.


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