Tras años sin saber muy bien sobre qué escribir pero con la convicción de que no podía desperdiciar su pluma (su habilidad para escribir, se entiende), Wilderiano se decidió por el periodismo. Sí, aquella estupidez crónica que padecía no podía tener mejor salida que la de cronista. Así que hizo la mochila y se fue en busca de aventuras que poder contar con su afilada palabra y su gramática roma.
Vagando, vagando, llegó (no sin problemas con las aduanas) a Solonia, bello país de contrastes, brillos, colores y otros ajustes de imagen, donde dio con sus huesos en unos de los mejores periódicos de la ciudad - ¡Pero deje de golpear con el fémur la puerta, hombre de dios!-, y con tamaña le despacharon. Pero Wilderiano no se iba rendir tan pronto y aunque tuviera que trabajar en el peor periódico de la ciudad estaba dispuesto a cumplir su sueño de ser periodista. Y consiguió empezar su sueño, efectivamente, en el peor periódico de la ciudad, "El Vocero de la Siesta".
Sin duda sería un delito intentar reproducir el inimitable estilo de Wilderiano (en concreto, un delito de propiedad intelectual) así que a partir de ahora cualquier cita textual del mismo se señalará entre comillas y en cursiva. "Pues no se que decirte, hombre, porque así se me ven las inclinaciones". Haz un esfuerzo, Wild... "Vale, pero que conste que sólo lo hago por servicio a la Historia y por el bien de la crónica".
¡Ay Wilderiano, qué nos contarás!
viernes, marzo 04, 2005
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario