viernes, diciembre 10, 2004

El regreso de Wilderiano

Durante años Wilderiano se dedicó a la vida contemplativa hasta que se convenció de que aquella era una profesión con poco futuro y muchas nueces. Así que decidió volver a cultivar el absurdo, pero, esta vez, con transgénicos, para que le saliera bien gorda la cosa. Y la cosa le salió, efectivamente, extraordinariamente gorda, ganando el primer concurso de absurdos obesos de Oklahoma.

Aquelló le reportó fama y dinero hasta que un buen día al absurdo le dió por ponerse a régimen y no comer nada de nada. Y aquella tontería se convirtió en un problema cuando el absurdo se convirtió en silbido, y, para colmo, inaudible. Menos mal que Wilderiano tenía sus recursos y con ellos, y un amiguete, montó una fábrica de silbatos para perros.

¡Ay, Wilderiano, Wilderiano, adónde vas triste de ti!

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