domingo, junio 19, 2005

El mito de Arístides, el superhéroe catatónico (II)

Por fin llegaron a la cueva de Períades, y como éste era un gran espíritu maligno, presintió su llegada en cuanto Arístides tiró toda la vajilla del oso por los suelos. "¡Quién ha osado entrar en mi guarida!", gritó atronadoramente la bestia, -"Aquí nadie ha osado nada. El único que hace osadas eres tú.", repuso Hedoto sin poder reprimir la tontería. Siguiendo los consejos de Marte, Hedoto se había colocado detrás de Arístides para que la voz pareciese de éste, y, metiendo las manos por las mangas, agitaba sus brazos de manera expresiva. "¿Quién eres tú, insignificante mortal?", volvió a gritar la criatura, "Soy Arístides el joven pariliticado de Atenas que viene a retarte, Gran Oso Asqueroso" "¡Cómo te atreves...! ¡¿Tu, retarme a mí?!" -"Apuesto a que si nos miramos fijamente a los ojos, tú será el primero en desviar la mirada" "Acepto, no podrás soportar mi terrible mirada". Y así, Hedoto aprovechó que Períades fijaba su vista en la perdida mirada de su catatónico amigo para salir de su espalda y buscar el paracetamol. Cuando lo hubo encontrado recobró su lugar y esperó a que el oso se cansara. Sesenta horas más tarde el sueño venció al monstruo y Hedoto pudo gritar: "¡Ajá, perdiste!" , a lo cual no repuso nada Períades, quién asintió y caminando hacia su cama dijo bostezando,"De acuerdo, tú ganas te perdono la vida".

Los amigos regresaron a Atenas y devolvieron el paracetamol al sabio Clamoxyl, para que los ciudadanos no volvieran a padecer dolores de cabeza. "Ah, bien muchachos. Pero en realidad no hacía falta. Nuestro amigo Mefistófenes ha descubierto algo nuevo...el ácido acetilsalicílico, así que ya no era tan urgente." Hedoto se llenó de indignación pero no por mucho tiempo, porque la indignación dejó paso al asombro. Arístides recobró de súbito la plena consciencia y abandonando su letargo, empezó a gritar coléricamente:" ¡Me cago en la madre que parió a Mefistófenes! ¡Pues no he estado sesenta horas delante de un monstruo por la cochina medicina! ¡Ahora si que os va doler la cabeza." Y dicho esto, se lió a mamporros con todos los habitantes de Atenas, partiendo cabezas a diestro y siniestro con la ayuda de su amigo Hedoto, mientras en el Olimpo se partían de risa: "Hades, hermano, tú si que sabes escoger héroes mortales"

Después, todo volvió a la normalidad. Los dioses castigaron el ataque de furia de Arístides devolviéndole a su letargo, aunque esta vez acompañado de su amigo Hedoto. A Períades se le nubló la vista y en una revisión se le diagnosticaron catorce dioptrías. Las doncellas vestales volvieron a corretear, Afrodita volvió a coquetear, y Zeus siguió dormitando en el busto de su esposa Hera.
FIN

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